Al igual que el culteranismo o gongorismo, el conceptismo, en la línea de toda la estética manierista y barroca, propone como valor estético la dificultad del lenguaje literario, que busca singularizarse y refinarse cortesanamente, frente a la llaneza de la lengua del Renacimiento, sentida como vulgarizante; así lo señala Gracián con las siguientes palabras:
La verdad, cuanto más dificultosa, es más agradable, y el conocimiento que cuesta es más estimado
El conceptismo es una tendencia literaria del Barroco que se basa en la asociación ingeniosa entre palabras e ideas. Se caracteriza por la concisión de la expresión y la intensidad semántica de las palabras, que se cargan de significados, adoptando varios sentidos. De este modo aparece el lenguaje polisémico. Los recursos formales más usuales son la elipsis, la disemia, la polisemia, la antítesis, el equívoco, la paradoja, la paranomasia y la dilogía. Es estilo conceptista se hace lacónico y sentencioso. Para dificultar el mensaje, el conceptismo opta por concentrar el máximo pensamiento en el mínimo de forma y escoge prioritariamente la prosa. El conceptismo se funda en la agudeza del ingenio. El autor más destacado que siguió esta corriente fue Quevedo.
Francisco Gómez de Quevedo y Santibáñez Villegas fue un escritor del Siglo de Oro español. Su infancia transcurrió en la corte, rodeado de nobles. Era superdotado, cojo, gordo y corto de vista. Estudió en la Universidad de Alcalá de Henares. Se ganó la amistad de Lope de Vega y de Cervantes, pero nunca se llevó bien con Góngora. Fue desterrado al a torre de Juan Abad, pero cuando ocupó el trono Felipe IV se le levantó el castigo. Llevaba una vida desordenada: fumaba mucho y frecuentaba las tabernas y los lupanares. Tras ser liberado de un encarcelamiento en León por escribir un texto contra el conde-duque de Olivares, se marcha de nuevo a la torre de Juan Abad. Falleció poco después en un convento de Villanueva de los Infantes.
Dentro de su obra encontramos poesía, prosa y algunas traducciones. La obra poética de Quevedo consta de novecientas poesías. Los poemas son de tipo morales, satíricos, amorosos, religiosos, etc; e introducen la misma variedad en las formas: sonetos, canciones, epístolas, romances... En términos generales, su obra poética se puede dividir en tres grupos: las poesías de tono grave e intención doctrinal, las poesías amorosas y las poesías satíricas.
- Entre las primeras encontramos las composiciones de asunto ascético, en las que desarrolla el desprecio de las falsas apariencias, la fugacidad de la vida terrenal, la caducidad de los bienes materiales; en definitiva, las ideas acerca de la muerte y el desengaño. Quevedo se expresa a través de un profundo y doloroso pesimismo.
- En las poesías amorosas, el esteticismo y el ingenio retórico sustituyen a las reflexiones sobrias y austeras de su poesía moral. Por ejemplo, el magnífico”Cerrar podrá mis ojos la postrera sombra...”
- En sus composiciones satírico-burlescas se tratan temas que van desde los asuntos más graves a los más insignificantes. Emplea el metro corto con versos endecasílabos. Quevedo extrema el conceptismo por medio de juegos de palabras, dilogías y antítesis. Dentro de este grupo son muy conocidos los poemas dedicados a Góngora, como el que describía su nariz.
En su obra Quevedo transmite la dualidad propia de su carácter: por una parte un tono grave y moral y por otro un tono humorístico. Es en Quevedo en quien mejor se comprueba el tema del desengaño y también descubre la verdad indiscutible de la muerte.
Lo más original de su obra radica en el estilo. Es amigo de la concisión, de la elipsis y del juego de palabras mediante el abuso de la anfibología. Era muy amante de la retórica. De léxico muy abundante, creó muchos neologismos. En su sátira se acerca a veces a la estética del expresionismo al degradar a las personas mediante la reificación y a la animalización. Realizó un cancionero petrarquista casi perfecto. Destacan sus sonetos metafísicos y sus salmos, donde se exponen su más íntimo desconsuelo existencial. El cauce preferido para la abundante vena satírica de la que hizo gala es sobre todo el romance, pero también la letrilla.
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